Yo siempre digo lo mismo, si con 20 años hubiese tenido la cabeza tan bien amueblada como a los 44, me habría comido el mundo. Aunque pensándolo bien éste aserto contiene dos errores de base, el primero es que precisamente los años son los que te van aportando la sabiduría que viene de la mano con la experiencia, y el segundo, que la juventud requiere de esa chispa de valentía, de sinsentido que los años te van domesticando. ¿Y a santo de qué semejante rollo? Pues que otra de las cosas que vas valorando con los años es la salud. Cuando eres un chaval y en las reuniones familiares se brinda por salud, dinero y amor, lo de la salud no lo llegamos a entender, puede decirse que entras en la madurez cuando empiezas a comprenderlo y hasta llegas a ser tú el que alzas tu copa y proclamas el brindis. Cuando llego a casa con la escayola y la prohibición de posar el pie en el suelo, te das cuenta de cuán desvalido estás, no puedes siquiera trasladar un vaso de agua al salón, y para las cosas...