Se despierta uno de los niños en mitad de la noche presa de una pesadilla, y Yola lo tranquiliza, no se, quizás eran las 2 o tal vez las 5, aprovecho para decirle a Yola que mañana podía ir sin problemas al spining, que yo había cancelado mi padel porque me había fastidiado el pie, no recibo comunicación, ni positiva ni negativa, a esas horas Yola no está para nada, si acaso para sus cachorrillos
Cuando soy yo el que finalmente me escabullo de los brazos de Morfeo, a esa hora tan mía de las 06:30 am, para empezar mi ritual de cada madrugada, lo primero que me pasa por la cabeza, y por los nervios de mi pie, es que sigo teniendo el problema, la noche no lo ha borrado como un mal sueño, sigue ahí punzante.
No obstante decido seguir con mi rutina, me leo los periódicos en el sofá, me tomo el Nescafé, me visto, y él único brindis al metatarsiano es que me voy en coche al trabajo, con la genial idea de acercarme al Sagrado Corazón al mediodía para que certificaran mediante una placa que si, que simplemente tenía una fisurilla. Yola me dice que vaya a primera hora a urgencias pero yo decido ejecutar mi optimista plan.
Primer problema para llevarlo a cabo, no puedo embragar el coche. Sólo hay un punto de mi pie, justo en la base del pulgar, que no me duele al pisar el pedal, si me desvío un poco veo las estrellas, pero sigo adelante.
Aparco en la puerta de la Agencia, y andando al ritmo de la Esperanza de vuelta en el barrio llego a mi sitio, despacio, apoyando el talón, intentando no flexionar el pie.
Pero claro, no contaba con mi gran compañero Carlos Piedrabuena, una de las mentes más privilegiadas que me he encontrado en mi vida, gran amante del fútbol, y que siempre ve el vaso más vacío que yo, que me vaticina operación, escayola y tres meses, ufff mi moral empieza a resquebrajarse, el agua empieza a salir del vaso.
Hoy es miércoles, Flavia no quiere, bueno o quiere pero no se viene a desayunar con nosotros, así que Víctor, Andrés y yo nos encaminamos al Sabina para darnos esos 25 minutos (35 los viernes) de evasión que nos proporcionan las maderas y el jazz. Segunda grieta en el cristal, no me veo con fuerzas de llegar hasta allí, así que nos quedamos a desayunar en el cercano Agua.
De todas maneras sigo pensando en seguir mi plan, después del café de las 12 con mis queridos inspectores, me iría al medico.
Pero ya mi cabeza ha sido inoculada por la idea de Carlos, ya me empiezan a entrar las prisas para ir a Urgencias y que evalúen mi estado, pero tengo que terminar una cosa que mi jefe y mejor persona Manolo Escalona me ha pedido, lo termino a las 12 e incluso haciendo novillos del sagrado cafe del mediodía, marcho.
Aquí tengo, por fin, una buena idea, la primera del día, voy a dejar el coche en el garaje para coger un taxi, no vaya a ser que Carlos tenga razón, sigo sucumbiendo ante la cruda realidad.
Llego a urgencias como un cholista convencido, paso a paso, con mucho cuidado de no pisar mal pero decidido y mirando hacia el frente, le comento a la enfermera del triage lo que me ocurre y me manda directamente a RX donde llego a mi ritmo.
Tras hacerme la placa, me explica la radiológa que debo dejar en la ventanilla de urgencias un papel y esperar a que me llamen, cuando me dispongo a salir...
- ¡quieto ni un paso más! Ahora mismo te van a traer una silla de ruedas
- pero si yo puedo ir por mi propio pie, con cuidado, no es necesario
- usted se va a sentar en la silla, ahora viene un celador
Ahora si que si, ya se ha vaciado el vaso totalmente y tiene el mismo agua que ve Carlos, me imagino que la doctora ha visto la radiografía y que no tiene buena pinta, me voy haciendo a la idea de lo que me espera en el pasillo de las consultas, donde el celador ha decidido aparcar mi silla.
Ensimismado en mis pensamientos, escucho mi nombre como en una letanía, y abandonado en aquel pasillo como en un cementerio de automóviles, empiezo a gritar al viento ¡soy yo! ¡soy yo!
- es que estaba llamando y nadie contestaba
Claro, ella estaba nombrándome en la sala de espera sin saber que yo estaba en el desguace, y así de primeras, me espeta
- fractura con operación
- ¿cómo?
- que tienes el quinto metatarsiano fracturado con una gran desviación, requiere operación, mañana a las nueve debe venir en ayunas
Me quedo unos segundos en estado de shock, pensando en los minutos que me puse portero, en el embrague del coche, en el trabajo
- ¿cree usted que haber ido al trabajo ha podido empeorar la situación?
- pues no se, no vi la situación ayer, ya ¿qué más da?
- simplemente para saber si aún soy más tonto de lo que yo pienso
Ser positivo tiene muchos aspectos a favor, pero como todo en ésta vida no hay valores absolutos, cuando fallas te caes con todo el equipo. Es una nimiedad pero muy significativo lo que me ocurrió a continuación, no había previsto que me fueran a escayolar así que en lugar de haber venido en chándal o pantalones cortos, me había plantado los vaqueros negros más nuevos que tenía, así que se me planteaban tres opciones a la hora de escayolarme:
1- Cortarme sobre la marcha los pantalones, seguramente me los destrozaría e inhabilitaría para siempre
2- Quedarme en calzoncillos, para mi la mejor opción, pero no vi buena aceptación cuando la planteé
3- Remangarme el pantalón, escayolarme y ya se vería más adelante qué hacer
Evidentemente adopté la tercera de las opciones, además de por ser la más lógica en ese momento, por ser la más española de todas, vuelva usted mañana, echar el balón para delante para ver si lo coge Guille y resuelve. He de decir que la primera de ellas es la que más se adapta a mi forma de ser, y que la segunda es demasiado anglosajona.
Ya escayolado me voy dando cuenta de lo que me espera, de la dependencia total y absoluta, de mi estado de imposibilitado. Me dicen que no facilitan muletas, así que me veo sentado en Sagrado Corazón sin poder apoyar el pie, con una zapatilla de correr, una citación para operarme mañana y un móvil en mi regazo.
Llamo a Alberto para que venga a recogerme con las muletas de mamá, y espero...
Cuando soy yo el que finalmente me escabullo de los brazos de Morfeo, a esa hora tan mía de las 06:30 am, para empezar mi ritual de cada madrugada, lo primero que me pasa por la cabeza, y por los nervios de mi pie, es que sigo teniendo el problema, la noche no lo ha borrado como un mal sueño, sigue ahí punzante.
No obstante decido seguir con mi rutina, me leo los periódicos en el sofá, me tomo el Nescafé, me visto, y él único brindis al metatarsiano es que me voy en coche al trabajo, con la genial idea de acercarme al Sagrado Corazón al mediodía para que certificaran mediante una placa que si, que simplemente tenía una fisurilla. Yola me dice que vaya a primera hora a urgencias pero yo decido ejecutar mi optimista plan.
Primer problema para llevarlo a cabo, no puedo embragar el coche. Sólo hay un punto de mi pie, justo en la base del pulgar, que no me duele al pisar el pedal, si me desvío un poco veo las estrellas, pero sigo adelante.
Aparco en la puerta de la Agencia, y andando al ritmo de la Esperanza de vuelta en el barrio llego a mi sitio, despacio, apoyando el talón, intentando no flexionar el pie.
Pero claro, no contaba con mi gran compañero Carlos Piedrabuena, una de las mentes más privilegiadas que me he encontrado en mi vida, gran amante del fútbol, y que siempre ve el vaso más vacío que yo, que me vaticina operación, escayola y tres meses, ufff mi moral empieza a resquebrajarse, el agua empieza a salir del vaso.
Hoy es miércoles, Flavia no quiere, bueno o quiere pero no se viene a desayunar con nosotros, así que Víctor, Andrés y yo nos encaminamos al Sabina para darnos esos 25 minutos (35 los viernes) de evasión que nos proporcionan las maderas y el jazz. Segunda grieta en el cristal, no me veo con fuerzas de llegar hasta allí, así que nos quedamos a desayunar en el cercano Agua.
De todas maneras sigo pensando en seguir mi plan, después del café de las 12 con mis queridos inspectores, me iría al medico.
Pero ya mi cabeza ha sido inoculada por la idea de Carlos, ya me empiezan a entrar las prisas para ir a Urgencias y que evalúen mi estado, pero tengo que terminar una cosa que mi jefe y mejor persona Manolo Escalona me ha pedido, lo termino a las 12 e incluso haciendo novillos del sagrado cafe del mediodía, marcho.
Aquí tengo, por fin, una buena idea, la primera del día, voy a dejar el coche en el garaje para coger un taxi, no vaya a ser que Carlos tenga razón, sigo sucumbiendo ante la cruda realidad.
Llego a urgencias como un cholista convencido, paso a paso, con mucho cuidado de no pisar mal pero decidido y mirando hacia el frente, le comento a la enfermera del triage lo que me ocurre y me manda directamente a RX donde llego a mi ritmo.
Tras hacerme la placa, me explica la radiológa que debo dejar en la ventanilla de urgencias un papel y esperar a que me llamen, cuando me dispongo a salir...
- ¡quieto ni un paso más! Ahora mismo te van a traer una silla de ruedas
- pero si yo puedo ir por mi propio pie, con cuidado, no es necesario
- usted se va a sentar en la silla, ahora viene un celador
Ahora si que si, ya se ha vaciado el vaso totalmente y tiene el mismo agua que ve Carlos, me imagino que la doctora ha visto la radiografía y que no tiene buena pinta, me voy haciendo a la idea de lo que me espera en el pasillo de las consultas, donde el celador ha decidido aparcar mi silla.
Ensimismado en mis pensamientos, escucho mi nombre como en una letanía, y abandonado en aquel pasillo como en un cementerio de automóviles, empiezo a gritar al viento ¡soy yo! ¡soy yo!
- es que estaba llamando y nadie contestaba
Claro, ella estaba nombrándome en la sala de espera sin saber que yo estaba en el desguace, y así de primeras, me espeta
- fractura con operación
- ¿cómo?
- que tienes el quinto metatarsiano fracturado con una gran desviación, requiere operación, mañana a las nueve debe venir en ayunas
Me quedo unos segundos en estado de shock, pensando en los minutos que me puse portero, en el embrague del coche, en el trabajo
- ¿cree usted que haber ido al trabajo ha podido empeorar la situación?
- pues no se, no vi la situación ayer, ya ¿qué más da?
- simplemente para saber si aún soy más tonto de lo que yo pienso
Ser positivo tiene muchos aspectos a favor, pero como todo en ésta vida no hay valores absolutos, cuando fallas te caes con todo el equipo. Es una nimiedad pero muy significativo lo que me ocurrió a continuación, no había previsto que me fueran a escayolar así que en lugar de haber venido en chándal o pantalones cortos, me había plantado los vaqueros negros más nuevos que tenía, así que se me planteaban tres opciones a la hora de escayolarme:
1- Cortarme sobre la marcha los pantalones, seguramente me los destrozaría e inhabilitaría para siempre
2- Quedarme en calzoncillos, para mi la mejor opción, pero no vi buena aceptación cuando la planteé
3- Remangarme el pantalón, escayolarme y ya se vería más adelante qué hacer
Evidentemente adopté la tercera de las opciones, además de por ser la más lógica en ese momento, por ser la más española de todas, vuelva usted mañana, echar el balón para delante para ver si lo coge Guille y resuelve. He de decir que la primera de ellas es la que más se adapta a mi forma de ser, y que la segunda es demasiado anglosajona.
Ya escayolado me voy dando cuenta de lo que me espera, de la dependencia total y absoluta, de mi estado de imposibilitado. Me dicen que no facilitan muletas, así que me veo sentado en Sagrado Corazón sin poder apoyar el pie, con una zapatilla de correr, una citación para operarme mañana y un móvil en mi regazo.
Llamo a Alberto para que venga a recogerme con las muletas de mamá, y espero...
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